14 agosto 2007

La ilustración tan viajera

Recuerdo que en épocas preparatorianas acuñamos una expresión; "¡No me viajes!" Expresión ésta usada para advertir a nuestro interlocutor que no aceptariamos ningún tipo de mentira o exageración.
Esto parecía contraponerse a la conocida frase "Los viajes ilustran", que de tanto repetir se ha considerado incluso como un axioma.

La estupidez provocada por la adicción a ciertas sustancias también tiene su nombre turístico; "Se mal viajó"

Esto de la ilustración y los viajes me ha sumergido en una confusión que no me ha permitido encontrar la catársis de todos tan buscada. Envidio de la mejor manera (¿la hay?) a todos aquellos que se refieren a sus viajes con cierto aire de presunción y con evidente nueva ilustración.

En las últimas semanas pude realizar un par de viajes (de esos que implican desplazamiento geográfico, que conste); uno que significó 12 horas de aérea claustrofobia a uno de esos sitios que se autorrefieren como "el culo del mundo". Buenos Aires y la Cruz del del Sur, que según la rola, Charly García enciende y apaga. El otro muy reciente, a doméstico destino; a las playas preferidas de cualquier tenochca del altiplano; Acapulco.

Me referiré al primero; diré que fue producto del trabajo profesional (de Monik, for sure) y tomando el rol de "damo de compañía", fue que me embarqué en la aventura.

Así que so pretexto del Congreso Internacional de Medicina Estética 2007, y como porrísta número uno de la disertante Monik iniciamos en compañia de la también doctora Ross, la conquista de tan lejanas tierras.
Volamos por una empresa nacional. Bañaditos, bien vestiditos y perfumados, ya que odiamos el american way of fly casi tanto como la forma chicana de viajar (eso de pretextar comodidad para viajar en fachas o con hawianas combinaciones no es lo nuestro), nos presentamos casi de madrugada y al salir el sol emprendimos la consabida carrera para lograr elevarnos.
Más de 8 horas sumergido en lecturas ligeras y en refrescos light hicieron su estrago. Me dirigí hasta atrás (otra referencia meramente geográfica) de la nave y me sorprendió la cantidad de basura que se había acumulado por pasillos y asientos. Después de deshacerme del stress, descubrí que junto a los sanitarios estaba una estación de autoservicio; una cafetera, una hielera con jugos y refrescos y un canasto con infinidad de galletas. Prestidigitador que soy, creí descubrir la antihigiénica fuente que igualaba al airbús con uno de los íconos de Nezayork; los famosísimos Chimecos!
Seguro de mi sherlockholmenianas conclusiones, le comenté a una de las azafatas; -"Vaya que producimos basura los mexicanos, ¿verdad?"- La respuesta me sorprendió en grado sumo; -"No señor, no son los mexicanos, son los argentinos los causantes de tanta basura"-

Con un inexplicable orgullo camuflageado de hombre meditabundo, regresé a mi lugar. Orgullo perenne que finalizó inmediatamente después del regreso, cuando volvimos a las actividades normales y "redescubrimos" el enorme basurero que es el Centro Histórico de Tenochtitlan DF, propiedad del comercio informal. Dior! esos cabrones en contubernio de las "autoridades" tienen convertido al Valle del Anahuac en un tiradero de basura a cielo abierto.

Arrivamos a Santa María de los Buenos Aires la tarde del último domingo de vacaciones por motivo de la semana santa. Una ciudad desierta nos recibió. Animados por Ross, que viajó con nosotros, declinamos el descanso que nos ofertaba la cama del hotel y decidimos adentrarnos a los placeres que significa una ciudad abandonada. Por supuesto, la primer excursión fue al centro de la ciudad, al circuito comercial de la calle Florida. A los tres nos tenía sorprendidos la arquitectura neoclásica y decó de la ciudad.

Semejante al centro histórico del "Ombligo de la Luna" pero enorme, a lo bestia para usar un tecnicísmo adecuadamente descriptivo.

Uno junto a otro, atrás, en frente... parecía un desfile de modas arquitectónicas, del llamado racionalísmo arquitectónico. Entre al Art Noveau, el Noeclásico, francés, italiano, ingles e incluso ruso, con un hermoso templo de la iglesia ortodoxa con cúpulas azules.

Al hacer su reaparición el cansancio y sumarse el hambre, decidimos aventuranos a comer algo que no fuera McDonalds. Entramos a un sitio popular dónde nuestro acénto nos descubrió, quitándonos el incóngnito: -"Mexicanos!"- exclamó la mesera para añadir casi inmediatamente "A mi me encanta el Tri", ni modo, lo guapa no elimina el mal gusto...

Durante la comida (deliciosa por cierto, prometo vencer el Alzhaimer y recordar el nombre del sitio) la charla versó sobre esa extraña mezcla que producía la ciudad; belleza arquitectónica por doquier, pero basura por todas partes. Me recordé una vez más del comentario de la azafata, sin embargo las damas hicieron una aguda observación; era domingo de vacaciones, equivalente al lunes mexicano, dónde es perfectamente sabido que ni las gallinas ponen.

Por cierto, la segunda vez que volvimos a ese restaurante, en compañia de más médicos y siguiendo mi mal ejemplo pedimos una bebida con vodka, aguaquina y gotas de fernet (receta del Bar Lauro, eficáz en la terapéutica de la resaca), que les pareció de lo más extraño del mundo, pero con éxito en los paladares mexicas; bautizaron al trago como "vodka Axel".

Con el transcurso de los días hice otro descubrimiento; practicamente cada "che" que nos abordaba y nos descubría tenochcas, nos hablaba del tal La Volpe o bién pretendía vendernos algo. Tenemos una bien ganada fama de compradores compulsivos, compramos de todo, pagamos con dinero plástico y ya después, al volver, veremos como evitamos caer en las garras del "buró de crédito".

Verdades domésticas que se encuentran tan léjos de casa.

El futbol es más que una religión, cada taxista, cada mesero, cada persona con la entablabamos charla y que era nativa de aquellas regiones dirigía ésta de inmediato al mundo del balompié. Siempre les causó extrañeza mi ignorancia en ese tema, incluyendo todo lo relativo al campeonato tenochca o a nuestra "decepción nacional". Al intentar investigar el porque de la popularidad del deporte de las patadas en esos sitios, encontré un argumento constante, que según mi infinita ignorancia justifica tal pasión. En el principio, cuando se fundó la liga profesional de futbol argentina, se hizo principalmente en la ciudad de Buenos Aires, donde cada barrio se convirtió en un equipo de futbol, asi el torneo se inició con una competencia vecinal.
En una segunda incursión al Barrio de Boca, y en tanto disfrutabamos de un excelente tinto acompañado de café, el mesero del lugar, "El Polaco", un joven no mayor de 25 años, se sentó a conversar con nosotros. A media charla ya nos había invitado a ver un "clásico" Boca-River.
¿Como podría ser verídica esa invitación, si por los medios de comunicación se hacía insistente mención del agotamiento de los boletos? -"Che, no me viajes"- le dije; entonces nos contó que el barrio (de los más pobres y temidos de la ciudad) tenía acceso gratuito a cierta parte del estadio, y que los directivos respetaban siempre esta deferencia, ya que de lo contrario el barrio impediría el acceso al estadio de cualquier persona. Aún así, decidimos que el último domingo de nuestra estancia por allá, lo dedicaríamos a visitar el Museo de Arte Moderno. Que por cierto, como diría el tal Iglesias, resultó en toda una experiencia religiosa, semejante a una penitencia en la Basílica de Guadalupe.
La mitad del museo albergaba una extensa exposición de un argentino que hizo casi toda su obra en Brasil y que ahora querían reivindicar.
Casi tan shockeante como el Dr. Atl, con todo y sus perspectivas novedosas y sus experimentos cromáticos.
Buenos Aires me pareció como una de esas visitas a la casa de las tías solteronas; donde se presume de glorias y status social ya idos, y en las que solamente permanecen los gastados muebles y las viejas vajillas, recuerdos de aquellos mejores tiempos.
Las reiteradas quejas de los taxistas que juran y perjuran que hace uno o dos lustros su labor era en el mundo ejecutivo y sus viajes a Europa eran continuos.
Hay en el ambiente sureño un permanente sentido de pérdida, producto de corralitos demás despojos de la usura bancaria.
He pensado continuamente si nuestra situción como país no sería la misma o peor aún, sin la invención del mentado Fobaproa, siempre tan odiado y criticado, incluso por quién ésto escribe. He llegado a pensar en los beneficios sociales de tan cara medida (artificialmente inflada).
Otra de las visiones que produce el alejarse de casa.
Este viaje confrontó uno más de los fantasmas del inconciente colectivo mexicano; la educación política que conlleva a la liberación social. El lunes siguiente a nuestra llegada, la ciudad fue paralizada por una multitudinaria marcha de protesta (que detalle, pensé, para no extrañar casa) por motivo de la represión policial que incluyó la muerte de un profesor en la provincia de Neuquén.
Los argentinos constituyen una sociedad altamente politizada y participativa, sin embargo la problemática social es semejante o peor que la nuestra.
Son un publo culto en general, pero las limitaciones o carencias sociales son semejantes a las de cualquier sociedad mesoamericana. ¿Dónde esta la falla?
En la parte externa de la fachada de la catedral existe un candelabro que contiene una flama constante en honor del liberador José de San Martín, abajo de ésta había una pinta que contenía la famosa frase anarquista: "La iglesia que mejor alumbra, es aquella que arde", y para sorpresa y encabritamiento de nuestro "rambito" Norberto, nadie llamó a una jornada nacional de desagravio.
Los medios masivos de alienación, se han encargado de insertar en el inconsiente colectivo la peligrosidad que significa vivir en la gran ciudad dual (tan disfrutable como odiada) de México, contrariamente en Buenos Aires los medios no ejercen éste deporte; sin embargo son los ciudadanos los que a cada instante se encargan de recordar al paseante el peligro de exhibirse con joyas o accesorios vistosos.
Recuerdo que en un paseo por la famosísima calle de Corrientes ("...348, segundo piso ascensor..", casa de citas que ya no existe), fascinados por las carteleras teatrales y la abundancia de librerías (hasta una sucursal de Gandhi) Monik fue alertada en varios establecimientos de lo vistoso de sus arétes y pulseras, asi como de su bolso de mano; "Señora, que no puede andarse asi por la calle"; tan reiterada advertencia la obligó a comprar un bolsa plástica (de las del súpermercado) para guardar su bolso y quitarse reloj, pulseras y collares.
Quiza producto de mi humor, o de alguna mal diagnósticada depresión; o quiza por simple perversión, pero la Buenos Aires que recorrí se parecía más a la que describen los rockeros de la Bersuit, Fito Páez o Charly García que la presentan en la agencia de viajes.
En el vuelo de regreso, la mayoría de connacionales hablaba maravillas de su estancia en la ciudad de los buenos aires, de las maravillosas vacaciones que habían pasado. A me parecían estas charlas un enorme afán de justificar su viaje, de poderlo presumir a sus amistades; una forma más de autoproporcionarse status social. O quizá fueron a otra ciudad, de la que yo solamente conocí fantasmagóricas visiones.
Algunos días más tarde, ya de vuelta en Mexcaltitlan de las Tunas, fuimos a Pachuca, nuestra buenos aires; al regreso y con una buena cantidad de pastes y artesanía en la cajuela del auto, haciamos el mismo ejercicio de nuestros compañeros del vuelo de regreso; nos maravillabamos .... de Pachuca.
Somos los argenitos y los mexicanos dos sociedades tan distantes, pero tan coincidentes... para mi significó mi personal rescate y suma a mi panteón personal de un gran músico, incomprendido en su propia patria; Astor Piazzolla, a quién acusan de extranjerizar y destrozar el Tango.
Yo sostengo, el tango se volvió culto con Piazzolla.